Visita a Christchurch

Nos dirigimos al vecino pueblo de Christchurch, que tiene la ventaja de estar más cercano a las viviendas de algunos alumnos, los cuales tienen que madrugar menos, ya que llegan en diez minutos. Después de hacer el habitual recuento en la parada de guaguas, nuestra primera parada es el Castillo y la Casa Normanda de Christchurch. El castillo de piedra es una construcción del siglo XI, pero parece establecerse en un antiguo fuerte Sajón, situado estratégicamente en el punto más estrecho del río Avon.

En las cercanías encontramos la “Casa del Contable” una vivienda nobiliaria que resulta ser un caso raro de supervivencia de la arquitectura normanda, o lo que queda de ella. Durante los primeros momentos los monitores tienen problemas para captar la atención de nuestros pupilos, que no parecen muy impresionados por la historia del castillo ni de sus restos.

 

Parece ser que la Iglesia de Cristo, que le da nombre al pueblo (Christchurch), que según la leyenda fundacional, fue visitada por el propio Jesús, capta más la atención de este nuestro difícil público, al que le llama la atención las vidrieras y la ausencia de santos en la misma (cosas de anglicanos). Además la Iglesia cuenta en una de sus torres (a la que se accede por unas escaleras de caracol que algunos alumnos encuentran inacabables) con un pequeño museo en el que se encuentran auténticos tesorillos arqueológicos, recuperados y expuestos en la iglesia. Los alumnos pueden mirar por un telescopio instalado para recordar los tiempos en los que la torre de la iglesia se usaba como puesto de vigilancia para evitar el contrabando.

Pero lo que más llamó la atención del grupo fue precisamente una de las cosas que no preparamos para la visita: una bandada de cisnes poco asustadizos, incluso algo confianzudos, con los que los alumnos se pueden sacar fotos (lo cual hacen sin dudarlo), además en las cercanías se puede comprar un surtido de millo, trigo y otros piensos con los que se puede alimentar a estos adorables pajarillos.

Por último (almuerzo y descanso a la sombra mediante) nos dirigimos a una reproducción del antiguo Ducking Stool (cesta de la vergüenza), este instrumento se relaciona con el siglo XIV y la caza de brujas, en este instrumento de madera se ataba a la supuesta bruja y se hundía en el agua, si está fuera una bruja, se liberaría y saldría a la superficie, si era inocente perecería, pero al menos demostraría su inocencia. En otras fuentes algo más alejadas de los cuentos de pueblo, era un instrumento usado para castigos contra delitos menores, aunque es verdad que se usaban especialmente en mujeres (discutir mucho, prostitución o adulterio, difamación etcétera) aunque se llegó a usar contra mercaderes y negociantes acusados de estafa, usura u otros delitos.

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Lorgio Fernandez Alvarez

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