Visita al alcade de Bournemouth

A pesar de que algunos casi no se levantan, en gran parte debido al trote causado por la excursión a Londres, de la que llegamos muy tarde, los alumnos hoy empiezan el día en la Bournemouth Language School, donde pueden reunirse con sus tutores, jugar por última vez al futbolín y sobre todo, esperar con ansias a las actividades de la tarde.

Primero, el minigolf, esta vez con un ambiente arcade y con música y luces de colores, los monitores están asustados en un primer momento pensando que se han equivocado y han metido a los chiquillos en una discoteca, pero no, nos reparten los palos y las bolas y podemos empezar a jugar.

Casi que ni planeado, cuando el último grupo termina el último hoyo, es el tiempo indicado para empezar a caminar hacia el ayuntamiento. Una vez llegamos nos recibe el alcalde vestido de gala, con un toisón, cuyos eslabones están inscritos con cada uno de los nombres de los eméritos alcaldes de Bournemouth, afortunadamente para él, la ciudad tiene solamente unos doscientos años de historia y una larga longevidad de sus alcaldes, por lo que es asequible tal prenda.

En su despacho, vemos la maza ceremonial que se usa para establecer oficialmente el inicio de todos los actos del ayuntamiento, también nos enseñan réplicas de las no tan elegantes mazas que se usaban en otros tiempos para atizar a aquellos que se querían escaquear de pagar los impuestos. Destaca también un Don Quijote, regalo de un embajador español, que adorna la estancia junto a las joyas y los cuadros de los concejales fundadores.

De ahí podemos ir al pleno del ayuntamiento, donde ocupando su puesto central nos explica el proceso de debate y sanción de leyes del órgano municipal. Para terminar la velada, volvemos al despacho dónde nos regalan algunos detalles y nos mandan darle saludos al alcalde de Vigo por hacer posible esta visita.

A Londres, ¡Otra vez!

El pueblo ha sido escuchado, finalmente, el lunes 3 de octubre de 2022, los UK Guardians nos acompañan a la guagua que nos llevará de nuevo a Londres para ver aquello que no pudimos ante las inconveniencias provocadas por el funeral de la reina.

Esta vez podemos ver todas aquellas “landmarks” icónicas de Londres. Nos dejan en el “Tate Britain”, la colección nacional de arte británico. De ahí vamos por la rivera del Tamesis hasta el parlamento y el Big Ben, cruzamos seguidamente el río para ver el London Eye, que no montarnos, puesto que las colas son interminables. Tras almorzar a la sombra de la noria volvemos a cruzar el río en dirección a Trafalgar Square.

Justo en frente tenemos la “National Gallery” que algunos alumnos pueden visitar, otros deciden aprovechar este tiempo para visitar las calles londinenses cercanas a Leicester Square, conocidas por sus tiendas y la más que conocida China Town londinense, comprando algunos suvenires como las famosas galletas de la fortuna.

 

Una vez han finalizado las visitas al museo y las compras, nos dirigimos a Buckingham Palace, ese sitio que hacía dos semanas era imposible de acceder y que tenía una cola de 14 horas para visitar el ataúd de la difunta reina. Allí podemos ver el cambio de guardia de los Beefeater, y contemplar las esculturas dedicadas a varios personajes de la familia real británica.

De vuelta a casa, nos espera la última atracción londinense: el tráfico. Un atasco de 2 horas nos permite mirar por última vez las calles de la ciudad y hace que la experiencia londinense sea más completa de lo que algunos desearían.

Durdle Door y Lulworth Cove

Día ajetreado, tenemos planeadas tres visitas en un día:

La primera, Durdle Door en la llamada Costa Jurásica. Esta formación geológica en forma de arco es reminiscente para muchos de un caballo bebiendo del mar, aunque a otros les parece más un dinosaurio, acorde con la aparición en la zona de fósiles de esa era.

El tiempo en la playa es aprovechado por algunos para explorar los acantilados y llanuras cercanas y por otros para comer a la sombrita de las cuevas.

Siguiendo con la temática jurásica, la siguiente parada es Lulworth Cove, una pequeña playa con varios barcos pesqueros dónde nuestros alumnos y algunos canes de la zona pueden bañarse, también se pueden visitar los acantilados y el centro de visitantes/museo que cuenta con una exposición sobre fósiles y criaturas prehistóricas.

La última parada es el Corfe Castle, un castillo en ruinas en un promontorio rocoso, a cuyas faldas se encuentra el pueblo homónimo con una evidente estética medieval que le da un toque especial a varias de las tiendas y bares de la zona, a parte encontramos la iglesia y el museo completamente gratuitos y accesibles.

 

¡Casi no llegamos al cine!

Otra actividad inmersiva que nos proponemos a hacer es ir al cine, este es en inglés y sin subtítulos en español, así que supondrá un reto para nuestros alumnos, además, como las sesiones empiezan al mediodía, encima son afortunados de que pueden dormir algo más.

Pero algo pasa esa mañana que hará muy difícil la travesía hacia la el cine. La mañana del viernes sucede un trágico accidente en Barrack Road, en Christchurch, pueblo que tienen atravesar las líneas de transporte público que llevan a algunos niños desde casa hasta Bournemouth Square. Un motorista sufre un accidente, al intentar atender a la víctima en el lugar del suceso se corta la carretera principal, llegan las ambulancias y los coches de policía, pero el herido es de extrema gravedad por lo que se recurrió a un helicóptero de emergencias que aterrizó cerca y llevó al herido al hospital, dónde lamentablemente falleció.

https://www.dorset.live/news/dorset-news/barrack-road-christchurch-motorbike-crash-7649156

Ajenos a todo esto, nuestros pupilos sencillamente esperan en sus paradas viendo cómo no pasa nada ni nadie. Algunas guaguas quedan atascadas entre el tráfico y llegan con media hora o más de retraso, otras se ven forzadas a cambiar su recorrido, dejando a algunos de nuestros alumnos sin modo de llegar, otros afortunados pueden desplazarse a paradas cercanas de la misma línea. Por suerte nuestra encargada tiene coche y puede buscar a algunas chicas, pero es ella también quién tiene las entradas, así que dependemos de ella para entrar a la película. Finalmente, la primera sesión de Avatar, a las 12, ya ha empezado, y nosotros aún estamos yendo al cine, gracias a Dios, los eternos anuncios de la gran pantalla hacen posible que a pesar de haber entrado media hora tarde a la sala (algunos se extremaron en ir a por cotufas) no nos perdemos ni un minuto de película.

Aquellos que no decidieron ver el reestreno de Avatar, sino “Don’t worry darling” que empezaba más tarde, no tienen que pasar por tanto ajetreo, y parecen ajenos a las prisas de sus compañeros, en fin vaya día.

Highcliffe y batalla láser

Amanece otro día en el que en vez de ir a la escuela por la mañana nos dirigimos a una visita cultural. Hoy toca visitar Highcliffe Castle, que a pesar de su nombre, no es un castillo de verdad, ya que se trata de una mansión de estilo neogótico construida por encargo de Charles Stuart,  primer barón de Stuart de Rothesay y el último, ya que no tuvo ningún heredero.

Acompañando a la mansión tenemos los jardines y las playas de los alrededores, en dicha playa nos encontramos además muchísimos perritos, algunos tan adorables que vienen y se dejan achuchar por nosotros.

Una vez acaba nuestra visita express podemos dirigirnos a la actividad estrella de hoy: el “laser quest” o batalla láser. Esta tiene una ciencia sencilla: disparar láseres a todo lo que se mueva y recibir puntos cada vez que aciertan. Hubo dos partidas: por equipos y todos contra todos, no fue posible sacar muchas fotos debido a la iluminación, pero les dejo la clasificación final para quien tenga curiosidad.

Visita a Avonbourne y Hengistbury Head

Hoy nos esperaban en Avonbourne Boys’ and Girls’ Academies, una escuela secundaria de la zona dónde nuestros hospitalarios alumnos locales nos recibirían para tomar un té y pastas mañaneras, además de ofrecernos un tour por las instalaciones de la escuela, que no era pequeña, aunque para ser justos, se trata de una escuela conformada por dos escuelas que anteriormente segregaban a los alumnos femeninos y masculinos. Al fusionarse las dos, dio lugar a una gigantesca escuela con varias canchas deportivas, tanto exteriores como interiores, aulas de música, danza y una variedad de idiomas entre los que se encuentran el español, el francés y el ruso.

Terminada la visita y tras la cálida despedida de los responsables del centro, nos dirigimos a los acantilados y playas de Hengistbury Head, donde podemos apreciar los distintos paisajes de esta zona y donde los más valientes se atreven a mojar los pies en las frías aguas.

 

Último día de Academia

Hoy martes es el último día que nuestros alumnos visitarán Bournemouth Language School. Estamos seguros de que echarán de menos las instalaciones como el jardín, el futbolín y sobre todo la cantina y sus gofres de chocolate. Pero todo tiene un final, son licenciados con una pequeña ceremonia de entrega de diplomas.

Acabadas las clases, para resguardarnos de la lluvia, nos vamos de visita a Castlepoint, unos grandes almacenes donde algunos miran y compran libros o souvenirs, y otros consiguen un auténtico chollo de 12 Donuts por 3 libras, para gustos colores.

 

 

Manzanas y checos

Una de las razones para venir a Inglaterra para aprender inglés es la posibilidad de estar rodeado de personas de habla inglesa con las que poder interactuar, ¿Verdad? Pues para asegurarnos de que los alumnos interactúan de verdad con estos nuestros vecinos ingleses es a través de actividades y juegos en público. El otro día tocó salir a preguntar a los bournemucianos sus preocupaciones y las soluciones a los problemas que acontecen en el municipio, como la falta de vivienda y la mendicidad.

Hoy, por otra parte, tocó un juego de táctica, negociación y labia, todo ello en inglés. Los alumnos fueron divididos en grupos de cinco y recibieron una manzana. El objetivo era intercambiar la manzana por algo, y esto intentar cambiarlo a su vez por algo más valioso o interesante. El grupo que consiguiera el objeto más curioso (a juicio de los monitores) ganaría un premio que será revelado mañana.

Así que ahí dejamos a los grupos con sus respectivas manzanas y esperamos hora y media en la plaza a que surgiera la magia. Al congregar a los grupos los resultados fueron interesantes: vales descuento, un poncho impermeable (útil, desde luego) cadenas y collares, un bolígrafo Swarovski (desconocemos si original o copia), juguetes e incluso unos auriculares inalámbricos. Pero lo más sorprendente fueron los tres checos, chicos, o sea tres chicos de Chequia, sí, sí, tres personas de República Checa que se ofrecieron a intercambiarse por la manzana. Estos alumnos checos, también de intercambio, se solidarizaron mucho con los esfuerzos de los españoles y aparecieron explicando en inglés que estaban allí por motu proprio, que se habían intercambiado por la manzana.

El jurado decidió dar el premio al bolígrafo Swarovski, aunque servidor votó por el grupo de los checos, pero otros miembros de nuestro jurado  consideraron que hacerles ganar sería apología al esclavismo, a pesar de la originalidad. En fin, a veces la democracia no funciona.

Visita a Christchurch

Nos dirigimos al vecino pueblo de Christchurch, que tiene la ventaja de estar más cercano a las viviendas de algunos alumnos, los cuales tienen que madrugar menos, ya que llegan en diez minutos. Después de hacer el habitual recuento en la parada de guaguas, nuestra primera parada es el Castillo y la Casa Normanda de Christchurch. El castillo de piedra es una construcción del siglo XI, pero parece establecerse en un antiguo fuerte Sajón, situado estratégicamente en el punto más estrecho del río Avon.

En las cercanías encontramos la “Casa del Contable” una vivienda nobiliaria que resulta ser un caso raro de supervivencia de la arquitectura normanda, o lo que queda de ella. Durante los primeros momentos los monitores tienen problemas para captar la atención de nuestros pupilos, que no parecen muy impresionados por la historia del castillo ni de sus restos.

 

Parece ser que la Iglesia de Cristo, que le da nombre al pueblo (Christchurch), que según la leyenda fundacional, fue visitada por el propio Jesús, capta más la atención de este nuestro difícil público, al que le llama la atención las vidrieras y la ausencia de santos en la misma (cosas de anglicanos). Además la Iglesia cuenta en una de sus torres (a la que se accede por unas escaleras de caracol que algunos alumnos encuentran inacabables) con un pequeño museo en el que se encuentran auténticos tesorillos arqueológicos, recuperados y expuestos en la iglesia. Los alumnos pueden mirar por un telescopio instalado para recordar los tiempos en los que la torre de la iglesia se usaba como puesto de vigilancia para evitar el contrabando.

Pero lo que más llamó la atención del grupo fue precisamente una de las cosas que no preparamos para la visita: una bandada de cisnes poco asustadizos, incluso algo confianzudos, con los que los alumnos se pueden sacar fotos (lo cual hacen sin dudarlo), además en las cercanías se puede comprar un surtido de millo, trigo y otros piensos con los que se puede alimentar a estos adorables pajarillos.

Por último (almuerzo y descanso a la sombra mediante) nos dirigimos a una reproducción del antiguo Ducking Stool (cesta de la vergüenza), este instrumento se relaciona con el siglo XIV y la caza de brujas, en este instrumento de madera se ataba a la supuesta bruja y se hundía en el agua, si está fuera una bruja, se liberaría y saldría a la superficie, si era inocente perecería, pero al menos demostraría su inocencia. En otras fuentes algo más alejadas de los cuentos de pueblo, era un instrumento usado para castigos contra delitos menores, aunque es verdad que se usaban especialmente en mujeres (discutir mucho, prostitución o adulterio, difamación etcétera) aunque se llegó a usar contra mercaderes y negociantes acusados de estafa, usura u otros delitos.

El acuario

Este viernes después de las habituales clases nos tienen preparado una visita al acuario local. El Oceanarium de Bournemouth es un centro de cuidado e investigación de la fauna marina, cuenta con algunos animales rescatados y promueve algunos programas de conservación de animales como las focas grises, que otrora eran más comunes en el archipiélago británico.

Según entramos, lo que sorprende es que el primer animal que vemos no es precisamente marino, sino una gigantesca iguana de unos 15 kilos que se encuentra bajo un foco que le es necesario (al ser de sangre fría) para mantenerse en calor en el no tan cálido clima inglés, un animal rescatado que nos recuerda los inconvenientes (para los animales sobre todo) de introducir especies tropicales en climas fríos, resultando en el sufrimiento del animal.

Otros animales que vemos son nutrias, tortugas marinas, peces payaso una variedad de tiburones y mantas-raya. En una de las exposiciones se nos habla sobre la contaminación de los océanos, especialmente por los plásticos, mientras al mismo tiempo vemos un pez escorpión y una gigantesca morena (aunque parece ser que es el tamaño normal de estas, sólo que suelen estar escondidas y solo mostrar la cabeza).

Una de las exposiciones más aclamadas es la de los pingüinos, que tienen una pequeña playita, con un olor a pescado bastante intenso y donde conocemos a Ponyo, un pingüino bastante confianzudo que no tiene reparos en acercarse al cristal a saludar, una auténtica ricura.

Por último, de entre todas las especies de peces más pequeños e imposibles de contabilizar, tenemos unas vitrinas que nos muestran la evolución de las medusas desde su estado de cría milimétrico hasta su forma adulta.

Al terminar la visita (cada uno a su ritmo, como un servidor que volvió a visitar a Ponyo otra vez) algunos pasan por la tienda, en la cual parece que los peluches de los animales que acaban de ver resultan muy monos como para pasar desapercibidos, especialmente los de las nutrias, convenientemente fáciles de achuchar.