Dicen que los británicos son expertos en esperar: en la cola del supermercado, en la estación de tren, en la parada de bus… es como un deporte nacional y, como no podía ser menos, lo hemos puesto en práctica.
Son las seis de la mañana y muchos de nosotros ya tenemos los ojos abiertos. Lavarse la cara, vestirse, un bol de cereales, y a la calle. Nuestras familias nos acompañan a nuestra parada autobús y nos fijamos bien en nuestro recorrido, por la tarde tendremos que deshacerlo sin ayuda de nadie (bueno sí, de Google Maps). Una vez allí, nos ponemos a esperar. Pasan los minutos, los coches, las motos… pero el bus no aparece. ¿Dónde se habrá metido? ¿Llegará tarde? Pues claro que no, tiene puntualidad inglesa, los que nos hemos perdido somos nosotros, que nos hemos confundido de parada. Pero no hay problema, convertimos esta pequeña crisis en una oportunidad: la oportunidad de ir en taxi hasta nuestro colegio.
Cuando llegamos nos quedamos fascinados con Oxted school suerte arquitectura centenaria, su multitud de edificios, sus grandes campos… A muchos les recuerda a Hogwarts y no les falta razón. La ayudante del director nos da la bienvenida y nos presenta nuestros buddies. Todos visten casi igual pero con pequeñas diferencias, algunos llevan corbatas rojas, otros verdes, otros amarillas y lo mismo pasa con las faldas. Cada color representa a la casa a la que pertenecen, como en Harry Potter ¿Qué magia harán? ¿La negra o la blanca?
Con nuestros nuevos compañeros pasamos todo el día, vamos a sus mismas clases: Arte, ciencias, geografía… nos acompañan en los breaks y también en el lunch time. El tiempo vuela y solo tres horitas después nos despedimos de ellos hasta el día siguiente.
Salimos todos juntos y a nuestro grupo se une una guía local, ella nos enseña los lugares más característicos del pueblo como la estación la oficina de correos, la estación de tren, el pub, los parques y su peculiar cine con sofás y mesitas en el que dicen que uno se siente como en casa ¿Llegaremos algún día a comprobarlo?.
