El primer día

Amanecemos en nuestros nuevos hogares tras un muy merecido sueño reparador. El tiempo, nos sorprende gratamente y somos recibidos por un maravilloso cielo despejado. La temperatura es agradable a pesar de la brisa mañanera, así que empezamos nuestra primera jornada hacía el centro de estudios moderadamente acompañados por la meteorología.e

Pese a las dudas iniciales, y algunas incidencias con las líneas y las paradas de guagua, que pusieron a prueba la capacidad de orientación de nuestros jóvenes pupilos, todo el mundo llega al centro sano, salvo y con muchas ganas de aprender.

Los grupos están divididos en cuatro aulas con cerca de una decena de alumnos por clase, para permitir una experiencia y atención más cercana entre profesores y alumnos. Después de una durísima jornada de estudio, llega la deseada primera toma de contacto con el famoso “Pack Lunch” anglosajón, con muestras de la cocina local. Para aquellos que se quedaron con hambre, el centro cuenta con una cantinita que permite comprar algunos snacks (aperitivos) por unos peniques. También tienen a su disposición té gratis, en un típico gesto de hospitalidad inglesa. Con las pilas recargadas tras el almuerzo los monitores ingleses, los españoles y los alumnos realizan juegos juntos, mezclando los grupos de los diferentes colegios.

A las tres en punto acabamos las clases y nuestros amigos locales nos llevan a conocer las costas de Bournemouth. El paisaje es maravilloso, las playas no tienen nada que envidiar a las de Vigo (dice Jovita), aunque sí a las de Tenerife (añade Lorgio). El pueblo de Bournemouth cuenta con un muelle con zona recreativa, un largo paseo marítimo, jardines y otras atracciones locales, como una casa invertida.

Después del paseo, nuestros pibitos llegan a la plaza central del pueblo donde los monitores se aseguran de que no se cometan los errores de la mañana y que cada uno coja la línea indicada que les lleve a su casa. Una vez llegan con sus respectivas familias, tanto monitores como alumnos pueden disfrutar de la cena y de un muy esperado descanso.

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Lorgio Fernandez Alvarez

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