STEVENAGE – 24/09 – Excursión a Lincoln

¡Muy buenos días a todos!

Es sábado y eso significa una cosa, hoy vamos de excursión. Madrugamos a pesar de estar en fin de semana porque tenemos que coger un tren y así aprovechar el día a tope.

Iria Lores, Adriana, Iria de Cal, Carmen, Hugo y Pedro subiendo por Steep Hill.

Así que una vez nos reunimos todos en la estación de trenes de Stevenage, pasamos hacia nuestro andén para subirnos al tren con destino a York. ¿Por qué? Pues porque no hay ruta directa hasta Lincoln y trendremos que hacer un transbordo. Así que viajaremos en el tren hasta la parada en Newark North Gate y cambiaremos allí hasta Lincoln.

El tren se retrasa un par de minutos durante el viaje, lo que hace un poco más emocionante cambiar de andén en Newark, pero lo hacemos sin problema.

Después de recorrer los 150 kilómetros que separan Stevenage de Lincoln, llegamos a la estación. Allí nos espera Lisa, la activity leader encargada de nuestro grupo para la visita a la ciudad.

La ciudad de Lincoln tiene cerca de 100.000 habitantes y rápidamente podemos darnos cuenta de que es una ciudad con historia. Se pueden observar algunos de los vestigios de la que en su día fue Lindum Colonia, cuando los romanos conquistaron la ciudad durante el siglo I d. C. Emprendemos la marcha hacia el castillo de Lincoln y lo primero que vemos es la casa consistorial de la ciudad( Guildhall and Stonebow), que consta de un arco bajo el que pasamos, acto seguido llegamos a la empinada cuesta de Steep Hill, con sus numerosas tiendas que nos hacen más llevadera la subida.

Foto de grupo en los jardines del castillo de Lincoln.

XIan, Víctor, Hugo y Pedro junto al guarda John Cook.

Una vez arriba, tomamos un poco de aire y entramos por la puerta este del castillo de Lincoln. Este castillo data del siglo XI y en él se conserva la Magna Carta Libertatum, un documento firmado por Juan I de Inglaterra en 1215 para poner fin a una confrontación entre el rey y un grupo de barones rebeldes. Limitaba los poderes del rey, protegía a los barones de encarcelamientos ilícitos, acceso a una justicia más rápida y protegía los derechos de la iglesia. A pesar de su importancia, ninguna de las partes cumplió sus compromisos y terminó siendo anulada por el papa Inocencio III para terminar desembocando en la Primera guerra de los Barones.

El documento se encuentra en la prisión victoriana que hay dentro del castillo y que sirve como museo al caso y que después de visitar la sala donde se encuentra el documento visitamos con intriga. Como su nombre indica, la prisión data de finales del siglo XVIII y consta de dos alas: la de mujeres y la de hombres. 

Foto de grupo en el interior del ala de mujeres de la prisión victoriana.

 

Al entrar nos recibe John Cook( de nombre Andrew), el guarda de la prisión, con su atuendo típico de la época y nos explica amablemente los detalles de cómo funcionaba la prisión en su día. En ella residían los acusados en espera del juicio. Si resultaban culpables, permanecerían 21 días antes de ser ejecutados. Mr. Cook nos muestra la herropea que llevaban los presos en el tobillo para evitar su fuga. Visitamos las celdas del ala de mujeres y de hombres, también el patio donde tomaban el aire durante una hora la día y se “ejercitaban”. En realidad caminaban separados un metro con la cabeza baja mientras sostenían una cuerda, de este modo no se relacionaban entre ellos.

Anxo y Xian por la muralla del castillo.

Al terminar la visita, recorremos la muralla del castillo desde la cual podemos contemplar el increíble paisaje que rodea al castillo, entre el que destaca la catedral de Lincoln.

Como ya es la hora de comer, cada uno disfruta de su packed lunch y del tiempo libre del que disponen para explorar la ciudad a su ritmo, emplazándonos en el punto de reunión para cuando tengamos que coger el tren de vuelta.

Víctor, Carmen, Carla e Iria con la catedral de fondo.

Llegada la hora, nos juntamos ambos grupos ya que volvemos en la misma dirección. Cogemos el tren hacia Peterborough donde nos separamos del otro grupo y nos despedimos de Lisa, que nos acompaña hasta nuestro tren antes de marchar.

Una vez de vuelta en Stevenage, nos despedimos para disfrutar de la cena con nuestras familias, sin duda un descanso merecido después de un día muy intenso.

 

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Andres Cuñarro

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