York 27/07 y 28/07 – Estatuas, últimos adioses y Fast & Furious 10

¡Hola de nuevo y, en esta ocasión, por última vez!

(De momento)

El miércoles es nuestra última visita de por la tarde y nos dirigimos al Yorkshire Sculpture Park en Wakefield. Se trata de una especie de parque con un montón de estatuas gigantes al aire libre. Allí soltamos a todos los chavales para que exploren tanto como quieran y descubran las infinitas maravillas que allí se albergan.

Algunas esculturas son más crípticas que otras, pero después de tanta visita a galerías de arte seguro que alguno les encontró el profundo significado que los autores les quisieron otorgar.

Una de nuestras favoritas, con invitado estrella incluido.

 

Y dejando atrás estatuas y arte y demás, llegan las primeras despedidas. A mis oídos llega la existencia de una despedida la noche anterior a nuestra marcha con el resto de alumnado de la academia, con los que nuestros chavales hicieron muy buenas migas. Ahora seguro que todos se pueden ir de vacaciones con alojamiento gratis a otras zonas de España, Omán e Italia.

Tuvieron el bonito detalle de mandarme una foto para que la pusiese aquí… imposible no cogerles un poco de afecto a todos

Y ahora sí que sí, llega el día menos esperado por todo.

Pero no pasa nada, tenemos tan pocas ganas de despedirnos que el universo se apiada y nos da una última oportunidad, decidiendo alargarnos el día y retrasar el adiós.

Todo empieza bien, como cada mañana nos reunimos en un punto determinado y aguantamos 20 “por qué tenemos que estar aquí tan tempranooooo”, “dónde está el buuuuuus” y “como pongáis el altavoz os mato que quiero dormir” (no confirmo ni desmiento si esta última fue por parte de uno de los alumnos o de los monitores) para después poner rumbo al aeropuerto de Manchester.

Como tenga que volver a escuchar “avión naranja” o “autobús azul” una sola vez más en lo que me queda de vida no me hago responsable de mis actos.

Hasta aquí todo va sobre ruedas, llegamos a la hora, nadie se pasa del peso de maletas (después de algún que otro malabar), hacemos el check-in… Nada podía salir mal, ¿verdad?

Un auténtico mar de sudaderas rojas

En la fila de sospechosos por olvidarnos un cacao, un desodorante y una bola de nieve

Bueno. Pues nada. Que el vuelo a Barcelona se retrasa a las 16:30 y llegaríamos sobre las 19:30 a España cuando nuestro vuelo hacia Vigo era a las 19:25.

A partir de aquí cambiamos el Pilivigo por la trama de Destino Final y empiezan a desarrollarse los hechos de una forma que yo creo que nuestros cerebros aún no han procesado totalmente.

Empezamos todos a hacer cálculos, estimaciones, adivinar la probabilidad que hay de llegar 15 minutos antes para recorrernos todo el Prat en 20 segundos y alcanzar el vuelo y… nada, nada, que mejor nos echamos una escobita o un el pueblo duerme porque la verdad es que estresarse no nos va a ayudar. Ya podemos oler el bocata que nos van a dar en el bus de 14 horas, como les pasó a estudiantes de otros grupos.

Cuando (por fin) subimos al avión hacia Barcelona empiezan las dos peores horas de la vida de algunos.

Ya son las 16:50. No hay forma de que cojamos ese avión a Vigo.

Recibimos múltiple información a lo largo de ese viaje. Que el otro avión no nos espera. Que no pueden hacer nada. Que ya ha despegado. Transmito la información con la voz temblando a los chicos… y rompen en aplausos porque alegan que así podemos hacer fiesta en el bus de vuelta.

Con todo vuestro respeto, que para algo sois sus padres, yo los mato.

Pero entonces, como un rayo de sol entrando por las pequeñas ventanas del avión, llega a las manos de los monitores un papel que huele a gloria y tiene color de milagro. Procedo a adjuntar la foto porque, aunque no salga ninguno de los chavales, yo la veo y se me saltan un par de lagrimitas.

Solo nuestra edición del Pili va a poder decir con la cabeza bien alta que retrasaron prácticamente dos horas un vuelo por ellos.

Y por fin, después de dejarnos los pulmones en el Prat y escuchar a 30 trabajadores del aeropuerto gritar que corramos (y alguno de los nuestros tomándoselo aún así con parsimonia, por supuesto), subimos a dicho avión, dispuestos a echar una última cabezadita antes de volver a casa y cenar de nuevo algo que nuestros estómagos toleren.

Pero es que nuestras desgracias no se acaban aquí.

Porque ahora resulta que nada, que las maletas se han quedado de turismo en la Sagrada Familia. Sin nosotros.

Pues nada, las últimas despedidas las hacemos en el mostrador de reclamaciones.

Quitando todos los disgustos, estreses y pérdidas de pelo de las últimas horas, cerramos estas tres semanas con una nota positiva. Se ha acabado.

Con todos los chicos ya en casa y bien lejos de mí para que no se metan conmigo por ponerme sensibilona, puedo confirmaros que han sido un grupo maravilloso, que se han portado genial y que espero que hayan tenido una gran experiencia quitando los pequeños roces con las actividades. Ha sido increíble compartir 21 días con este grupo de despistados, quejicas y tardones, pero sobre todo agradables, entretenidos y magníficos. Lo repetiría una y mil veces.

Y a los que habéis seguido esta travesía desde casa, mil gracias por confiarnos a vuestros hijos. Espero que el blog también haya estado a la altura, aunque me arrepiento un poco de no haberles molestado incluso más con la cámara.

Esta vez sí que me despido. Muchas gracias de nuevo,

Andrea (y Hugo, aunque sea).

avatar

Andrea Casanova Carballo

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *