¡Hola de nuevo!
En este sábado nos dirigimos hacia Bolton Abbey, una gran explanada situada al este de York, a más o menos una hora de viaje. En este trayecto en bus se palpa una considerable tensión en el aire… ya que algún desconsiderado se atreve a hacerle la guerra de los altavoces a nuestra chavalada. ¡Oh, no! ¿Cómo osan impedirme escuchar Gasolina por quinta vez en un espacio de media hora? Totalmente desatento por parte del otro grupo y, sin duda, motivo de conflicto de cara al futuro.
Dejando de lado la importancia de los altavoces y el encuentro entre el reggaeton de los 2000 y 2020 para esta gente, llegamos por fin al destino. La principal atracción de este lugar son una serie de piedras en el río que permiten cruzarlo de una orilla a la otra. Contamos con una serie de valientes que se atrevieron (para el horror de nuestra guía local) a cruzarlo a pesar de faltar algunos cantos.
Otra foto más de lo mismo con distinta perspectiva por si no llegaban las otras 3
Una vez todos estaban sanos y salvos (y secos) en el otro lado, proseguimos nuestro recorrido adentrándonos en una profunda y salvaje montaña que parecía el mismísimo Amazonas, con unas cuestas vertiginosas que levantaron aclamadas quejas entre la multitud. 
Tras un día visitando las ruinas, el río y cogiendo colorcito (quién diría que os los mandaríamos morenos de vuelta de Inglaterra…), finalizamos sin mayor incidencias, con muchas ganas de no hacer absolutamente nada el domingo.
