Tras la fiesta de ayer, esta mañana los sentimientos son más bien agridulces. Están contentos por las amistades que se llevan, pero tristes porque todo se acaba. Estas tres semanas han volado y parece mentira que estemos a apenas un par de horas de coger el autobús al aeropuerto.
En el colegio, ya desde primera hora comienzan las despedidas. Intercambios de último momento de Instagrams, Snaptchats, etc. En la mesa del lunch están más mezclados que de costumbre. Pero es a la salida donde realmente se ve cuánto van a echar de menos al colegio y sus compañeros también a ellos. A algunos les ha pillado un poco desprevenidos y no esperaban que les afectara tanto.
Entre abrazos, risas y lloros casi perdemos el bus. Ya nos hemos despedido y nos queda nuestra última tarde en Saint Austell. Parte de ella la pasamos dando un último paseo y despidiéndonos del pueblo y parte echando unos partidos de Badminton.
Tenemos que ir a cenar y coger fuerzas para el largo viaje que nos espera de vuelta. Maletas hechas y a la estación. Vigo nos espera y se llevan una experiencia que seguro que nunca olvidarán.
