Por mucho que no queramos que se acabe, nuestra estancia aquí está a punto de terminar. Las chicas me piden casi a diario que investigue maneras de cómo poder quedarse y ya me han dado órdenes de dejarlas atrás si no las veo en el aeropuerto. Hay hasta plan de fuga.

Aunque no sea el último día, se siente cómo tal, ya que hoy toca ver cuánto ha mejorado su inglés: tenemos test de nivel. Además, celebramos la fiesta de despedida un día antes de lo planeado para no estar tan cansados cuando empecemos el viaje de vuelta.

Acaban las clases, pero esta vez no nos marchamos del colegio. Hay que cambiarse para la fiesta y después todos firmamos nuestra bandera para regalársela a Mike.

Hay que buscar algo que hacer hasta que empiece, así que mientras algunas montan sesión de peluquería, otros optan por echar un partido y también tenemos nuestro rincón de arte.

Aun no son las 5pm, pero ya nos avisan de que está todo preparado. Subimos al aula de drama desde donde ya oímos sonar la música. Poco a poco va llegando todo el mundo. No están sólo los buddies, mucha más gente ha venido a despedirnos. Algo más tímidos los ingleses, les cuesta arrancar a bailar. Pero los chicos en seguida contagian al resto del grupo. Lo que empieza como grupo de españoles por un lado, grupo de ingleses por el otro, acaba convirtiéndose en uno solo en el que todos bailan y cantan.

Son dos horas en las que bailan el Despacito, YMCA, Gangnam Style, Reggaetón Lento, la Macarena, Sweet Caroline, Uptown Funk…. de todo. Y una tarde en la que acaban más unidos a sus compañeros ingleses de lo que lo habían estado nunca. Parece que hasta hay alguna lágrima de despedida.

La hemos hecho buena. Ahora si que no se quieren ir.

Estefania Penide