Después del domingo en familia cogemos el día con ganas. En la parada del autobús hablan de lo que han estado haciendo. Algunas familias han hecho plan tranquilo de domingo y se han quedado por Saint Austell, lo que ha llevado a que unos cuantos se encontraran por el centro. Otras han optado por llevárselos a explorar los alrededores.
Sea como fuere, la energía de hoy hay que gastarla y como nos lo pasamos tan bien hace unas semanas en el Dance Workshop, pues volvemos.
Eso sí, esta vez la clase es algo más tarde. Y todo momento juntos en el que pueden hacer lo que quieran es muy preciado, ya que tras las actividades siempre toca estar con las familias. Una hora libre y ¡a las 5 pm en la estación! Nos vamos a bailar.
Llegamos y la profesora nos reconoce: “¡Ah! ¡Sois el mismo grupo! No sabía que ibais a repetir.” Nos toca en el aula grande. La última vez ya habíamos compartido clase con más gente, pero hoy son muchos más.
La mecánica es la misma, pero ahora ya la conocemos: baile en grupo, dos grupos enfrentados, pasillo y salir a bailar, etc. Todo haría pensar que lo tenemos controlado. Pero resulta que no. El ritmo es más difícil de seguir. Así que hay que poner algo más de concentración. Lo mismo da, al final se disfruta igual o más que la primera.
Tras una clase en la que nos hemos dejado los hígados, nos vamos a casa con nuestras familias. La cena nos espera.
