¡Sábado al fin! No hay que madrugar y tenemos excursión ¿Qué más se puede pedir? Salimos en tren y contemplamos como las vías paralelas y cruzadas nos llevan a nuestro destino: Waterloo Station.
Ya hemos viajado juntos en avión, autobús, tren, taxi y junto a nuestro guía Mark lo hacemos en el último medio de transporte que nos faltaba por probar: El metro. Por arte de magia (blanca), aparecemos en Westminster y empatizamos con todos los peregrinos que llegaron a Santiago hace unos años. El Big ben y las casas del Parlamento estaban llenos de andamios.
En nuestra escapada descubrimos muchos detalles curiosos ¿Sabíais que dicen que el vicealmirante Nelson se bebió una cuba de vino depués de morir? ¿Y que en Westminster Abbey hay una estatua de una mujer barbuda?
Quien seguro que lo sabe es la Queen Elisabeth II, pero aunque timbramos insistentemente en el Buckingham Palace, para que nos contara todas esas historias, no debía estar en casa. 
Pasamos junto a St. James Park y un grupito de patos y ardillas nos invitó a entrar, no nos tenían miedo, creíamos que se querían hacer amigos nuestros pero simplemente lo que querían era nuestra comida. Por suerte había comida para todos.
Más tarde, nos dejamos invadir por el ritmo y la música de Leicester Square y tuvimos un ratito de tiempo libre. Alucinamos con las calles del Soho, sacamos fotos en Vigo st. Y aprovechamos para comprar algún souvenir.
A las 17.00 h. nos ponemos en marcha a nuestras casas pero… ¡Oh no! ¡Algunos han perdido su Travel card! Por suerte nuestro don de gentes hace que un revisor Argentino con sangre gallega nos cuele en el tren y podamos regresar a nuestras casas safe and sound.
