¡Sábado! Después de una semana intensa de colegio, donde estamos cada vez mejor, tocaba día de descanso y conocer Dingle.
En el bus disfrutamos de un paisaje increíble. Acantilados, vacas, montañas, valles, pequeños castillos… Se iban cruzando en nuestro camino y verde, sobre todo mucho verde, el que cubre 
toda esta isla y nos recuerda tanto Galicia.
En Dingle la lluvia y las nubes nos dieron por fin un respiro y el sol, del que ya casi nos habíamos olvidado, nos acompañó durante todo el día.
Nuestra primera parada en el pueblo fue el acuario. Con la ayuda de un guía fuimos conociendo pingüinos, peces payaso, cocodrilos, nutrias e incluso tiburones. Aunque el plancton está bien para los pe
ces, nuestro estómago ya iba pidiendo algo de comida, pero por suerte estábamos en el lugar y en el momento adecuados. Y es que en Dingle se celebraba hoy su famoso “food festival”. Las calles estaban repletas de color, música y de decenas de puestos de comida y bebidas artesanales.
Algunos quisimos ir más allá y pusimos rumbo mar adentro para conocer al personaje más célebre del pueblo, Fungie. Este delfín se ha convertido en un auténtico símbolo de Dingle, desde que en 1983 se hizo ver por primera vez en el muelle. Aunque este tipo de animales salvajes suelen rehuir de los humanos, Fungie siempre ha querido convivir pacíficamente con nadadores, surferos y buceadores de la zona e interactuar con los cientos de visitantes que se acercan cada año a conocerle. Después de esperarlo durante unos minutos en alta mar, finalmente se acercó a nuestro bote a saludarnos. Fue un momento muy especial.
La vuelta en el bus se hizo bastante amena gracias a las canciones que se sacó Rosa con su ukelele. Entre todos compusimos alguna cancioncilla que otra y volvimos a Listowel con las pilas cargadas, con ganas de cenar con nuestras host families y saber qué plan nos tienen preparado para mañana.
Podéis ver todas las fotos en la galería de imágenes de Newlink.
